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Luego dijo a los otros:

―¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar?

Pero ellos permanecieron callados. Jesús se quedó mirándoles, enojado y entristecido por la dureza de su corazón, y dijo al hombre:

―Extiende la mano.

La extendió, y la mano quedó restablecida. Tan pronto como salieron los fariseos, comenzaron a tramar con los herodianos cómo matar a Jesús.

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